La Almadraba

Se trata de un sistema basado en una compleja estructura laberíntica de redes, con dos partes esenciales: las raberas y el cuadro.

Las raberas son paños de red de larga longitud – bastantes cientos de metros – calados verticalmente hasta el fondo, así dispuestos para atrapar y dirigir los atunes hasta el cuadro. Dicho cuadro consiste en una estructura rectangular compuesta por redes caladas hasta el fondo, dividido en varios compartimientos: cámara, buche, bordonal y copo. Su función es la de agrupar los atunes atrapados para su captura. El copo es el único compartimento provisto de un fondo de red que es izada hasta la superficie para la extracción del pescado, en una operación denominada “levantá”. Según se va estrechando el copo, el agua parece hervir debido a la alta concentración de atunes. Es el momento álgido de este arte de pesca, los almadraberos trabajan intensamente en equipo, profiriendo gritos de apoyo entre ellos, como ancestralmente se ha hecho.

Las almadrabas siguen siendo como siempre fueron, un sistema de pesca basado en un conjunto de redes, cuerdas, dispositivos de anclaje y barcos, combinado con la destreza de los pescadores, la climatología y, cómo no, un componente de suerte.

Puede afirmarse que la almadraba es un arte de pesca sostenible. Por una parte, se utiliza únicamente en un periodo específico del año, sin que interfiera en los ciclos vitales de la especie. Por otra, se trata de un sistema selectivo: de todos los atunes que circulan por las aguas del Estrecho, sólo unos pocos se desvían hacia la costa, donde se introducen en el sistema de redes de la almadraba que los atrapa. Además, la almadraba es respetuosa con el medio ambiente, y es limpia.